Frente al espejo


    Es verdad que todos tenemos inseguridades. Nos da miedo mostrarnos al mundo tal cual somos por dentro y, cuando nuestro físico no se ve igual que las personas que aparecen en revistas, en la televisión o en las redes sociales, nos llegamos a sentir aún peor.

Vivimos con esa presión de ser igual que lo estéticamente bonito, lo más bello, lo menos raro, y eso nos lleva a querer cambiar cosas en nosotros mismos, y a esperar que, si cambiamos por fuera, cambiaremos también por dentro para entonces sentirnos mejor; pero creo que debería ser al revés. Creo que debemos cambiar el chip que nos han puesto y vernos como lo que somos, personas, humanos, con la piel imperfecta y con el cabello más raro de lo que quisiéramos.

Esto es más como un momento de introspección. La verdad es que hace poco dejé de teñir mi cabello de colores brillantes (más o menos 6 meses) y me di cuenta de que hacía mucho que no podía recordar siquiera su color natural. Me enamoré de los tonos pastel en mi pelo, y años antes, me había enamorado del mejor invento que una adolescente podía tener en sus manos: una plancha para el pelo.

Mi cabello rebelde, rizado u ondulado de ciertas partes, solo podía verse mejor si lo alaciaba cada que podía, y tiempo después, cuando comenzó a ser para mí un medio de expresión sobre mi persona, no me importaba dañarlo o cambiar mi aspecto cada mes o cada quince días, no me gustaba mi cabello natural pues me parecía lo más aburrido del mundo, tampoco me gustaba mi piel, no me gustaba yo. 

Tuve que pensar en mi futuro al salir de la universidad, cual es mi verdadera "esencia", y hacerme un montón de preguntas sobre mi corta estancia en este mundo, tuve que leer sobre feminismo, tuve que leer a otras personas, para entonces verme de nuevo en el espejo y reconocer lo que había querido esconder de mi todo este tiempo. 

Y lo primero que ví, fue lo que soy por fuera.  Mi pelo y mi piel son mis medios de expresión favoritos, pero también son parte de mí, yo soy mi pelo y mi piel. Yo soy esa mujer que tiene el cabello rebelde y nadie lo tiene igual, y mi piel, manchada por el sol y llena de bellitos a lo largo de mis brazos y piernas, también es única. Cuesta darse cuenta de que somos diferentes al resto, pero la realidad es que todos somos diferentes de todos, aun que intentemos apartentar para encajar.

Ese cabello, que no se acomoda como "debería", que se risa y se esponja como arbusto, ese cabello que es lacio y "sin chiste", que cuando lo tenemos largo lo queremos corto y cuando lo cortamos lo quisiéramos de nuevo hasta los pies, ese cabello que cuando hace frio se reseca y cuando hay humedad nadie lo controla, ese cabello nos pertenece y deberíamos estar orgullosas y orgullosos de poder expresarnos a través de él.

Probablemente vuelva a teñir mi pelo de colores vibrantes, es más, lo doy por hecho, pero ahora lo haré pensando que de cualquier manera, no puedo esconderme detrás de él por que volverá a crecer y estaremos frente al espejo, una vez más.


Cuéntame, ¿alguna vez has sentido que no expresas lo que realmente eres?

- Clea 💖

 


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