De racismo y belleza

 


La palabra belleza tiene un sinfín de significados, uno distinto por cada persona en este mundo, pero hay aspectos que podemos tener en común con el pensar de otros seres humanos, como cuando se reconoce como bello a lo que es blanco, alto, delgado, anglosajón… ¿Dónde queda entonces la belleza de las personas cuyo físico es resultado del mestizaje? ¿Las personas de los pueblos originarios indígenas no son bellas? ¿Qué uso le estamos dando a la belleza? ¿La utilizamos para clasficar?

El racismo es una estructura que margina, oprime, y todos somos participes de ella; nadie puede tirar la primera piedra porque el racismo no se limita a los insultos directos, o a las miradas de desprecio. El racismo se vive y se practica día a día cuando alguien dice que “hay que mejorar la raza” o incluso “eso no me queda por mi piel morena”.

El racismo lo llevamos a flor piel y en el subconsciente porque así nos han adoctrinado y clasificado durante siglos, por eso decir que “no somos racistas, sino clasistas” solo demuestra el desconocimiento de la historia que le ha dado el significado a esos conceptos. Al racismo hay que llamarlo con todas sus letras aun que sea difícil.

“Desde que emerge la idea de raza, está siendo siempre codificada en términos de lo físico y de las características descritas como hermosas” dijo Mónica Moreno (profesora de Sociología e investigadora en la Universidad de Cambridge) en un foro sobre racismo, y es por eso que las mujeres viven el racismo más internamente, porque a las mujeres siempre se nos ha exigido que debemos ser bellas para gustar, para casarnos, para conseguir esposo y hasta trabajo, entonces el cuerpo siempre se compara con lo que nos han dicho que es hermoso y que desgraciadamente termina siendo blanco.

Desde mi espacio y experiencia en el ámbito de la belleza puedo decir que es triste escuchar a las personas comentando que “ese tono no me queda por mi piel”, “a ti te queda porque eres güera”, “quiero un tono que no me haga ver más morena” … es triste ver que hemos aceptado como verdadero que el color de piel nos hace diferentes y nos da o nos quita privilegios.

Cuando Yalitza comenzó a salir en revistas y en la prensa mucha gente se indignó en redes sociales, pero eso solo hizo evitende el racismo iteriorizado; el rechazo hacia lo que no va con el canon.

Tambien es un problema que las personas que no han sido sujetos de opresión, hagan estos temas una oportunidad para ser el centro de atención. Creo que lo que podemos hacer quienes somos privilegiados por nuestros razgos faciales y nuestro tono de piel dentro de este sistema, es abrir espacios para conversar, para poner en la agenda los temas que incomodan pero que hay que visibilizar. 

¿Recuerdan a Bárbara de Regil con el filtro de instagram que la hacía ver más morena? “ay no, ¡que feo!” dijo. Así de normalizada está la idea de que lo moreno, lo amerindio, lo afrodecendiente no es bello. 

Por eso hago esta reflexión, que ya tenía tiempo rondando en mi cabeza, para que realicemos ese primer paso de introspección y de reconocimiento de ese enorme sistema que se sigue alimentando de egos, de sentimientos de superioridad y de la resignación porque creemos que las cosas nunca van a cambiar; pero la verdad es que no cambian si nosotros no lo intentamos.


    Clea 🌠


 

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